ALIANZA LIMA Y EL SEÑOR DE LOS MILAGROS
Cuenta la historia que, a mediados del siglo XVII, un negro angola pintó sobre una humilde pared de adobe la imagen de Cristo crucificado. En Lima vivían entonces algunas centenas de negros esclavos traídos del África Occidental. Uno de ellos, embargado por un profundo sentimiento de fe y devoción, inició una tradición que se fortaleció con el paso de los años: la adoración al Cristo de Pachacamilla. Era en ese lugar, Pachacamilla -hoy asiento del Monasterio de las Nazarenas-, donde vivían los negros angolas agrupados en cofradías. El terremoto que azotó Lima en noviembre de 1655 obligó a abandonar sus viviendas, destruidas por el terrible sismo. Milagrosamente sólo quedó en pie, intacta, la imagen del Cristo en la cruz EI hecho no pasó desapercibido, pero fue prontamente olvidado. Las extenuantes jornadas de trabajo a las que eran sometidos los negros angolas se reiniciaron apenas fueron reubicados en otro lugar, quedando abandonada la solitaria imagen en medio de la destrucción del lugar.
Algunos años después, en 1670, Antonio León, hombre sencillo y enfermo, descubrió la imagen. Improvisó una ermita alrededor de ella y Ie imploró que acabara con sus tormentos. EI Cristo de Pachacamilla obró un nuevo milagro: León recuperó la salud -antes había sido desahuciado por los médicos debido a un tumor cerebral-. En poco tiempo el culto creció, sobre todo entre los vecinos humildes de la zona, que llevaban modestas flores, tocaban la sagrada imagen para recibir su bendición y elevaban oraciones al Señor. Tres siglos después, los jugadores de Alianza repiten el rito antes de cada partido, antes de cada entrenamiento. ALIANZA, BLANCO Y MORADO La devoción por el Señor de los milagros -ahora extendida a nivel internacional – ha sido uno de los signos distintivos de la comunidad negra en el Perú. Una numerosa hermandad morena cuida su imagen y mantiene viva la tradición que hace de octubre el mes morado, color tradicional del culto desde que una de sus principales devotas, Sor Antonia del Espíritu Santo, vistiera túnica morada en 1677. EI Cristo de Pachacamilla está presente en las manifestaciones culturales afro peruanas, en su música, en sus fiestas, y por supuesto, en Alianza Lima. La historia oral nos dice que fue el Chino Pepe Carrión, utilero del equipo, quien llevó la imagen del Cristo moreno al club. Él habría sido quien inició a los jugadores íntimos en la práctica de rezarle al Señor de los Milagros antes de los partidos, ingresar con las imágenes a los vestuarios, tocarlas y besarlas con devoción, prenderles velas, acompañar la procesión, vestir los colores morado y blanco durante los meses de octubre. El Chino Pepe cuenta la historia: "En los años cincuenta Alianza Lima tenía contrato con una firma que Ie fabricaba los uniformes, pero el club siempre Ie debía dinero. Se acercaba un partido ante el Deportivo Municipal y no había plata para las camisetas, entonces yo, como paraba en el Monasterio de las Nazarenas -porque desde niño he sido acólito, luego misturero y después patrón de andas del Señor de los Milagros-, tenía unas telas moradas de los hábitos. Llevé esas telas para que hicieran las camisetas; total, eI morado se parece al azul, entonces agarre y Ie puse chompa morada, pantalones blancos y medias moradas al equipo". Para sorpresa general, Alianza Lima se presentó con camisetas moradas al partido, jugado el 25 de setiembre de 1955. EI dirigente Alfonso de Souza Ferreira entendió que cambiar los calores blanquiazules era profanar la historia aliancista y desde la tribuna Ie gritó al Chino Pepe que se considerara despedido. Pero ya no había vuelta que darle, los íntimos jugaron de morado y le ganaron 1-0 al difícil rival. "Entonces Don Alfonso se calmó, comprendió los apuros que había tenido para vestir al equipo y me dijo que para la próxima vez le sacara la raya azul a las camisetas habituales y le pusiera la morada. EI trabajo me lo hizo un japonés en la Parada", recordó el Chino Pepe. EI siguiente domingo, 2 de octubre, Alianza Lima se presentó con camisetas blanquimoradas ante Ciclista Lima y empató 3-3 en otro reñido partido. La idea gustó, el equipo campeonó en esa temporada, y desde entonces los blanquiazules son blanquimorados durante los meses de octubre.
CRISTO EN LA VICTORIA
Sin embargo, antes que llegara el Chino Pepe a Alianza Lima, ya la devoción por el Señor de los Milagros existía al interior del club. EI distrito de La Victoria había sido fundado en 1920 y se convirtió en reducto de las familias negras de la capital; allí se cimentó la personalidad de Alianza Lima: como su barrio, el equipo de fútbol era jaranero, popular, pícaro, alegre, bohemio, moreno, devoto del Cristo Morado. Ya en los años treinta, tiempos del famoso Equipo de Oro, había una relación entre el club y el Cristo moreno, principalmente a través de Adelfo Magallanes, su gran devoto. En octubre de 1954, la procesión del Señor de los Milagros -que recorría las calles de Lima desde 1687- ingreso por primera vez al barrio de La Victoria. Miguel Huertas Maury -victoriano, aliancista y devoto del Cristo Morado hasta la medula- recuerda los inicios de ese hoy arraigado compromiso entre la venerada imagen y el club de sus amores. Y es que su padre, Don Juan Huertas -ilustre victoriano, socio del club, dirigente aliancista, gran jaranero y compadre de muchos jugadores-, era el encargado de organizar año tras año en La Victoria lo que con el tiempo se institucionalizó como la 'Jarana del Señor'. Justamente en 1954 el Señor de los Milagros durmió por primera vez en el barrio, en la iglesia de La Victoria. La procesión, viniendo de la avenida Graú, bajaba por allí hasta llegar a la Plaza de Armas de La Victoria. Ese 18 de octubre, por primera vez, la efigie morada pasaría la noche en La Victoria”.
DEVOCION Y FIESTA
"La procesión llegaba muy tarde por el barrio", cuenta Don Miguel Huertas Maury. "Pasada la medianoche, cuando las andas ya habían sido depositadas en la iglesia, los invitados, que eran como doscientos, iban a mi casa y empezaba la jarana. Se cantaba, se bebía y se comía toda la noche. Pisco, vino y cerveza para un menú que siempre preparó mi madre Rosa: tallarines con su asado. Allí se reunía el criollismo aliancista: los hermanos Govea, los Ascue, Rosita y Alejandro Ascoy, Alejandro Cortez de 'Los Morochucos', Romulo Varillas y tantos más. Allí estaban también los dirigentes de Alianza, ex jugadores, hinchas. Los jugadores en actividad solo llegaban a la mañana siguiente, para saludar al Señor y tomar el desayuno que también preparaba mi mamá al morir la jarana: tamales, chicharrones y chocolate caliente". Después de pasar la noche en la iglesia de La Victoria, el Cristo Morado emprendía su recorrido muy temprano al día siguiente. Antes de partir la procesión se hizo una costumbre, desde entonces, que el plantel de Alianza Lima le rindiera su homenaje a la venerada imagen, ofreciéndole flores, cirios, escudos. EI mas devoto era Don Adelfo Magallanes, que en los años cincuenta dirigía al equipo íntimo. "Los campeonatos que ha conseguido Alianza son gracias al Señor de los Milagros, que protege a los negros", aseguraba. Lo seguían Emilio Vargas, el Conejo Benitez, Cornelio Heredia, Juan Emilio Salinas, Carlos Lazón; pocos años después Perico León con Pitín Zegarra. Cuando se construyo el estadio de Matute -inaugurado en 1974-, a la salida del vestuario blanquiazul, justo antes de saltar al campo de juego, se colocó una imagen del Cristo Morado. Alianza Lima y el Cristo de Pachacamilla eran inseparables. Alianza, jarana y fe, devoción y diversión, cultura criolla, fiesta del pueblo. Imposible imaginar Lima sin sus valses, su procesión, su mes morado, su equipo de futbol: Alianza Lima, por supuesto.