Multitudes de todas las razas y condiciones sociales se unen bajo una sola creencia y una sola fe alrededor del Cristo Morado en esta tradicional procesión del Señor de los Milagros.
Turrón de Doña Pepa
Pero ¿quién tuvo la magistral idea de inventar este popular dulce?
Fue una mujer que vivía en un fundo algodonero, en el Valle de Cañete de nombre Josefa Marmanillo, pero a quien la mayoría conocía con el apelativo de Doña Pepa.
Ella sufría de una parálisis que la había condenado a no mover ni juntar los brazos y manos por lo que pasó a ser esclava liberta.
A pesar de todo el sufrimiento que padecía, tenía dentro de ella una extraña fuerza interior que la impulsaba a tener esperanzas de curarse algún día de sus males. Cuando se enteró acerca de los milagros que hacía la imagen del Cristo de Pachacamilla no lo pensó dos veces y se embarcó a Lima con el fin de acompañar a la procesión que año tras año convocaba cada vez a un mayor número de feligreses.
Tanta era su fé, que el milagro ocurrió en el instante en que ella se encontraba arrodillada orando e implorando ayuda al Señor. Sintió de pronto un leve dolor en el pecho, al mismo tiempo que sus manos comenzaron a moverse hasta que al fin pudo juntarlas. Josefa cayó al pavimento llena de alegría y gratitud por el milagro conferido.
A partir de ese instante una poderosa obsesión invadió su ser, tratando de buscar alguna forma de demostrar su agradecimiento al Señor por tan maravillosa obra. El tiempo transcurría sin encontrar cómo canalizar su devoción, hasta que un día en sueños encontró la receta del dulce que más adelante se convertiría en el más tradicional postre del mes de octubre.
Los ingredientes que, según cuentan, empleó en la elaboración del turrón fueron: almíbar de jugo de frutas, yemas de huevo, manteca, harina y anís llevando encima de todo vistosos y coloridos dulces de hechura casera.
Al día siguiente, durante un nuevo recorrido procesional, se le vió acompañando la imagen sagrada en posición erguida, llevando encima de su cabeza una tabla que contenía el sabroso manjar y entonces fue a partir de ese momento que se le conoce a tan popular dulce como el Turrón de Doña Pepa.
Historia del Señor de los Milagros
Jesucristo es venerado en el Perú y especialmente en la cuidad de Lima como "El Señor de los Milagros", "El Cristo Moreno" o "El Cristo de Pachacamilla".
Todo empezó a mediados del siglo XVI, cuando un negrito angoleño que vivía en un barrio de Lima llamado Pachacamilla pintó una sencilla imagen de Cristo en el salón donde se reunía su cofradía.
En el lienzo aparece Jesús Crucificado y sobre la cruz está el Espíritu Santo y Dios Padre. A la derecha del Señor está la Virgen María con su corazón traspasado por un puñal de dolor y a la izquierda del señor está Santa María Magdalena. La pared de adobe donde fue pintada era tosca, de acabado imperfecto y quedaba cerca de una acequia que afectaba sus cimientos. Sin embargo, a pesar de eso y de otras adversidades, la imagen ha perdurado sorprendentemente. El 13 de Noviembre de 1655 un fuerte terremoto estremeció la ciudad de Lima y Callao, causando la caída de muchas iglesias y mansiones. Como era de esperase, el sismo afectó también la zona de Pachacamilla, donde estaba situada la cofradía de los angoleños, pero a pesar de haberse caído gran número de paredes, quedó en pie el muro de abobe donde estaba pintada la imagen del Cristo Crucificado.
Lo mismo sucedió el 10 de Octubre de 1687, cuando un maremoto arrasó con el Callao y parte de Lima y derribó la capilla edificada en honor a la imagen de Cristo, quedando erquida solamente la pared de la imagen dibujada. Estos sucesos originaron la confección de una copia al óleo de la imagen y que, por primera vez, saliera en andas por las calles del barrio de Pachacamilla, estableciéndose a partir de
ese momento que la procesión tuviese lugar los días 18 y 28 de Octubre de cada año.
Las multitudes de todas las razas y condiciones sociales celebran juntas la procesión del Señor de los Milagros, uniéndose a todas las personas bajo el eslabón de una sola creencia, una sola fé, una sola esperanza puesta en el Señor de los Milagros, no sólo en el Perú sino donde quiera que se encuentren comunidades de peruanos.